Principios Diarios
ー Escrito por Masami Saionji
１．
No hay necesidad de perturbarse por nada, no hay nada que temer.Todo pasará y desaparecerá.Todo lo que queda es la verdadera felicidad y la verdadera salvación.No te detengas en el pasado.Solo mantén tus ojos fijos en el brillante futuro y avanza con una caminata segura de fe, paso a paso.
Dios lo sabe todo.
Todo es un desvanecimiento para permitir que las personas vivan libremente como deberían ser como personas y como hijos de Dios.
2.
Dios dice esto:
Aunque apartes tu rostro de mí, está bien.
Puedes ignorarme, menospreciarme y seguir negándome; no me importa.
Aún así, te amo, te valoro y deseo de todo corazón tu felicidad.
En silencio, simplemente estoy vertiendo en tu corazón la energía de la luz que impregna el universo, con su inmenso poder, uniendo firmemente la dimensión entre tú y yo con un lazo profundo.
3.
Dios dice esto:
Tus deseos apasionados y sinceros me han llegado.
Entiendo tu corazón mejor que nadie.
Está bien si los demás no te entienden.
Está bien si los demás no piensan bien de ti.
Conozco lo más profundo de tu corazón como si fuera el mío.
Pronto llegará un momento en que el mundo se manifestará como tú lo imaginas.
Hasta entonces, solo es cuestión de esperar a que pase el tiempo.
El día en que tu sonrisa sea restaurada está cerca.
4.
Lo más esencial e importante para los humanos no es la felicidad mundana, ni la salud física, ni la riqueza material. Se trata de manifestar la imagen de Dios dentro de este cuerpo físico. El cuerpo original debe brillar; debe estar rodeado de un halo. Aunque sea difícil alcanzar ese estado, uno debe estar lleno de un amor que parece desbordarse del cuerpo. La expresión siempre debe ser brillante y radiante como el sol, el corazón claro, los ojos rebosantes de compasión, y uno debe ser puro, hermoso, sereno y humilde. En resumen, es necesario pensar continuamente en Dios a fondo, desde la mente, desde el corazón y desde dentro del cuerpo, para manifestar la imagen de Dios en esta forma física. Al pensar constantemente solo en Dios, en cada momento del día, uno se encontrará, sin darse cuenta, brillando y transformándose.
