Poema de Masahisa Goi
Silenciosamente, durante eones, la Tierra ha observado
su piel, el vasto terreno,
donde humanos caprichosos, una raza joven,
corrían desbocados con sus modos salvajes.
Hace mucho, a petición del Cielo,
la Tierra albergó pequeñas almas de luz,
extensiones divinas, creando en unísono
dos seres - hombre y mujer, atados a la carne.
Estos seres multiplicaron su especie,
comportándose como monarcas de la Tierra,
sometiendo peces, aves, flora y fauna,
librando guerras, marcando la tierra y agitando los mares.
La Tierra, incapaz de contener su imprudencia,
gritó: "¡El Cielo y yo os creamos!"
Sin embargo, su ignorancia persistió,
hasta que la Tierra rugió en descontento.
De repente, surgieron tormentas, la tierra tembló,
las montañas se derrumbaron, los mares rugieron,
en miedo y locura, buscaron salvación,
aprendiendo lentamente de su origen celestial.
Adoraron a la Tierra,
clamaron al Padre Celestial,
finalmente fusionándose con la fuente,
iluminando el mundo, aclamados como santos y Budas.
Sin embargo, los iluminados regresaron a las estrellas,
En la Tierra, permanecieron los humanos siempre sin iluminación,
profundos en la confusión,
Se convirtieron en esclavos del ego y del deseo,
Y comenzaron a empuñar herramientas de destrucción.
Exasperada, la Tierra deliberó con los cielos:
"¿Debería temblar, sacudir estas molestias,
y remodelar la humanidad de nuevo?"
El Cielo respondió,
"Espera un momento más,
estamos enviando una brigada de luz,
y ahora, la gran iluminación desciende."
Con el acuerdo entre la Tierra y el Cielo alcanzado,
ahora se dice, una gran iluminación desciende del reino celestial para salvar a la humanidad.
Una sola frase del diálogo secreto entre el Cielo y la Tierra.
■Colección de poemas「ひゞき(HIBIKI)」(Resonancia)(Japonés)
Escrito por Masahisa Goi